Cambio climático y deforestación en la Amazonia brasileña: el complejo escenario y las dificultades en el avance hacia soluciones sostenibles
por Victoria Gómez – Departamento de Análisis Social – Universidad Carlos III; y Jose J. Gómez – División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos de la CEPAL
Un bioma crucial para Brasil y el planeta
A pesar de su presencia continua en los medios, no resulta fácil transmitir la complejidad de los procesos que tienen lugar en la Amazonía. Si nos centramos en la Amazonía brasileña, también llamada Amazonía Legal [1], estamos hablando de una zona que abarca aproximadamente el 60% del territorio de Brasil, es decir, algo más de 5 millones de Km2 o cerca de diez veces la superficie del territorio de España. Alberga una gran riqueza cultural, social y de diversidad representada por cientos de etnias indígenas, abarcando alrededor 180 lenguas y miles de comunidades quilombolas (afrodescendientes de los esclavos que conseguían la emancipación) y otras comunidades tradicionales, como pescadores artesanales, comunidades ribereñas y extractivistas, extractores de caucho, entre otros (MMA, 2015).
En términos medioambientales, la Amazonía abarca el bosque tropical más grande del mundo, que juega un papel determinante en la provisión de bienes y servicios ecosistémicos a distintas escalas territoriales. Las principales aportaciones de la Amazonía a escala global se refieren a la regulación del clima, tanto en la producción y reciclaje de agua como en el almacenamiento de carbono, así como en la conservación de la biodiversidad (se estima que el bioma amazónico alberga al menos el 10% de la biodiversidad mundial conocida) (Piotrowsky M., 2019). Los bosques amazónicos representan el 10% de toda la biomasa del planeta y por tanto proporcionan un importante servicio ecosistémico de estabilización climática, capturando y almacenando carbono orgánico en biomasa y en el suelo y manteniendo así algunos de los gases de efecto invernadero fuera de la atmósfera (Foley J. et al., 2007). La Amazonía produce inmensas cantidades de agua. Son conocidas como «ríos voladores”, formados por masas de aire cargadas con vapor de agua que llevan la humedad de la cuenca del Amazonas al Centro-Oeste, Sureste y Sur de Brasil, alimentando los dos principales sistemas fluviales del país (Fearnside P., 2019). Estas lluvias son las principales fuentes de agua para la generación de energía hidroeléctrica, la producción agraria y el consumo de São Paulo y otras grandes ciudades del sureste y sur del país [2]. A medida que se incrementa la deforestación en la Amazonía, las reducciones resultantes en la evapotranspiración y el calentamiento atmosférico pueden debilitar el reciclaje de la humedad atmosférica, con graves repercusiones para el clima sudamericano (Foley et al., 2007). Un artículo reciente publicado por Nature (Teixeira A. et al, 2021) muestra cómo la deforestación ya está reduciendo la producción agropecuaria en el sur de la Amazonía, la zona más dinámica y de mayor importancia productiva de esta región. Según los autores, “la agroindustria brasileña y sus socios globales están probando los límites de la naturaleza al expandir su actividad eliminando bosques naturales con el riesgo de reducir la lluvia que sostiene su productividad. La trayectoria de cambio de uso del suelo en la Amazonía brasileña, por tanto, conduce a un camino insostenible a la mayor parte de los sistemas agrícolas de secano del país.”
Emisiones de gases de efecto invernadero y deforestación en la Amazonía brasileña
La evolución de las emisiones de gases de efecto invernadero de Brasil está estrechamente vinculada a la deforestación de la Amazonía [3]. Como muestra el Gráfico 1, la principal fuente de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) hasta 2009 era el sector de cambio de uso de suelo por efecto de la deforestación. Brasil tiene una matriz energética con alta participación de energías renovables, especialmente hidroelectricidad y con uso extendido de etanol generado a partir de caña de azúcar para transporte por carretera. Desde 2009, el sector agropecuario aparece como el origen de la mayor parte de las emisiones de GEI (un tercio de las emisiones totales). La reducción de la deforestación a partir de 2005 explica que las emisiones de GEI de 2016 sean solo un 43% de las emisiones de 2004. Al mismo tiempo, la mayor parte del aumento de las emisiones de GEI entre 2010 y 2016, se debió al aumento de las emisiones causadas por la deforestación (UN, 2020).
Gráfico 1. Evolución de las emisiones totales de gases de efecto invernadero de Brasil según sectores (1990-2016) en TgCO2e
Fuente: UN (2020)
La ocupación intensa de la Amazonía brasileña comenzó en la década de 1960 (Becker B., 2009) con la deforestación como su consecuencia inmediata. Desde ese periodo hasta el momento actual, se han producido cambios de todo orden y magnitud. Desde una perspectiva cronológica, si nos remontamos a las décadas de los 70 y los 80, resulta crucial prestar atención a cuestiones de carácter geopolítico, como el rol que en Brasil desempeña la ocupación del territorio en términos de defensa de la soberanía nacional (frente a potenciales ocupaciones por otros países), la búsqueda de autosuficiencia alimentaria, o a paradigmas predominantes en aquel momento como la idea de “el bosque en pie no tiene valor”.
La deforestación y la conversión de los suelos hacia la actividad agrícola y sobre todo a la producción pecuaria, favorecieron las reivindicaciones sobre la propiedad de la tierra en un marco en el que la extensión del territorio, las dificultades logísticas y las tecnologías disponibles limitaban en gran medida la capacidad institucional para garantizar un buen funcionamiento del sistema de derechos de propiedad y la ordenación del territorio. Este proceso se vio impulsado por el fuerte apoyo del Estado al sector agropecuario en los años 70-80 a través de incentivos fiscales, créditos subsidiados e infraestructuras, especialmente carreteras, que juegan un papel clave como vanguardia del proceso de deforestación. Además, la tierra se convirtió en valor refugio debido a la hiperinflación predominante. Los derechos de propiedad a menudo se adquirían y consolidaban por medios ilegales. De este modo, deforestar el terreno y dedicarlo a actividades productivas era la forma principal de demostrar los derechos de propiedad sobre la tierra (Margulis S., 2004)
El proceso de globalización que se intensificó en los años 90 reforzó aún más el modelo productivo existente, incrementando las áreas destinadas a soja y sobre todo a la producción de carne, hasta entonces limitadas al mercado nacional. La mayor parte de las áreas deforestadas (en torno a un 75% de la superficie) se dedican a producción ganadera bovina (Margulis S. 2004; IPAM, 2004). En la década de 1990 la cabaña ganadera bovina en la Amazonía se duplicó llegando a 52 millones de cabezas (IPAM, 2004). Actualmente la presencia de ganado bovino en la Amazonía brasileña se estima en cerca de 90 millones de cabezas (IBGE, 2021). La transformación del sistema productivo a partir de la combinación de estos elementos tuvo como resultado que Brasil se convirtiera en el segundo productor mundial de soja [4].
Cambio de paradigma
Paralelamente, sin embargo, ya en ese momento se manifiesta una creciente preocupación por la deforestación en la Amazonía, tanto dentro de Brasil como por parte de la comunidad internacional, primero por la pérdida de biodiversidad asociada y posteriormente por los desequilibrios climáticos generados tanto a nivel regional como a escala global por las emisiones de gases de efecto invernadero.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Cumbre de la Tierra) de 1992 marca un cambio de paradigma respecto al tratamiento de los bosques y como consecuencia, una percepción distinta sobre la Amazonía. Este cambio de paradigma se tradujo en aumento de recursos para la protección ambiental. Aun así, el año 1995 registra la tasa de deforestación más alta de la Amazonía Legal de las últimas décadas (ver Gráfico 2).
El lanzamiento en 2004 del Plan de Prevención y Control de la Deforestación en la Amazonía Legal (PPCDAm) con respaldo político del más alto nivel en Brasil (Casa Civil de la Presidencia) constituye un nuevo hito a partir de su desarrollo en tres ejes: titulación de tierras y ordenamiento agrario y territorial, vigilancia y control, y fomento de actividades productivas sostenibles. Como se puede ver en el Gráfico 2, a partir de ese año la deforestación se reduce drásticamente. En términos de vigilancia y control, el INPE (Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales) dispone por primera vez de sistemas para detectar la deforestación en tiempo real a partir de imágenes de satélite. Distintas instituciones federales como cuerpos policiales e instituciones ambientales intervienen en la vigilancia, reforzada además por una legislación que permite la confiscación de equipos y maquinaria, productos y otros activos de los infractores. Todas ellas fueron señales muy claras de que las reglas de juego habían cambiado y no iba a haber tolerancia hacia la deforestación ilegal.
Las medidas que se despliegan abarcan desde limitaciones al crédito para actividades que conlleven deforestación, créditos para recuperación de suelos, subsidios a algunas producciones provenientes de sistemas agroforestales, precios mínimos para productos de la socio-biodiversidad, fomento de sistemas agroforestales, etc. También se incrementa la vigilancia en torno al origen de la producción de madera y ganado. Un dato importante es que el propio sector privado firma un acuerdo con ONGs para la moratoria de la soja en la Amazonía. Los productores de soja se comprometen a cultivar soja sólo en áreas deforestadas previamente al pacto.
Gráfico 2. Tasa anual de deforestación de la Amazonía Legal de Brasil (Km2/año)
Fuente: Elaboración propia a partir de PRODES (2021)
Al mismo tiempo, desde el punto de vista tecnológico, EMBRAPA (Empresa Brasileira de Pesquisa Agropecuária) y otras instituciones de investigación desarrollan paquetes tecnológicos dirigidos a intensificar los rendimientos por hectárea de los productos tradicionales agropecuarios, a recuperar suelos y a desarrollar nuevos productos que puedan ser obtenidos a partir del uso sostenible del bosque (frutas, aceites, resinas, cosméticos, piscicultura, etc.).
El nuevo modelo de desarrollo para la Amazonía requiere un elevado número de recursos. En el marco del Plan de Prevención y Control de la Deforestación en la Amazonía Legal se establece como prioridad la regularización de tierras a partir de nueva legislación y con la puesta en marcha del Programa Tierra Legal en 2009. Los problemas de titularidad y legalidad de la tierra afectan tanto al desarrollo productivo sostenible como a las iniciativas de conservación, limitan el acceso al crédito a los productores más pequeños y generan conflictos en las zonas rurales.
Brasil logró resultados impresionantes en términos de reducción de emisiones al disminuir la tasa de deforestación en la Amazonia brasileña un 82% entre 2004 y 2014. La utilización de nuevas tecnologías (imágenes de satélite) que permiten detectar la deforestación en tiempo real en un territorio de extensión gigantesca, una voluntad clara por parte de las autoridades de más alto nivel de Brasil y una presencia activa de las instituciones del Estado en el terreno fueron claves en este proceso.
Los resultados de las políticas de lucha contra la deforestación en la Amazonía son aún más notables si se considera que el período de caída más importante en las tasas de deforestación coincide con un gran boom en los precios internacionales de la carne y la soja (ver Gráfico 3) (CEPAL, 2019).
Gráfico 3. Evolución de la deforestación de la Amazonía Legal y de los precios de carne y soja (1990-2017). Año base 1990.
Fuente: Elaboración propia a partir de FMI (2021) para precios de carne y soja y PRODES (2021) para tasas de deforestación
Efectos, problemas y consecuencias
Sin embargo, con el paso del tiempo, la tendencia comenzó a sufrir una reversión, en parte vinculada a los elevados costes sociales del cambio de modelo y a los problemas políticos derivados de sus efectos. La otra cara de la reducción de la deforestación es la del crecimiento del desempleo, generador de malestar y desesperación en aquellos que dependían del trabajo en actividades asociadas a los procesos de deforestación, como los aserraderos, y de la subsiguiente actividad agropecuaria. Esto llevó a muchos alcaldes y gobernadores de la zona a presionar al gobierno central en el sentido de aminorar la presión contra las actividades de lucha contra la deforestación, en un contexto en el que la vigilancia resulta cada vez más compleja y costosa [5].
En términos políticos, uno de los principales cambios tuvo lugar en 2013, cuando la coordinación general del plan de lucha contra la deforestación se trasladó desde la Casa Civil de la Presidencia al Ministerio del Ambiente de Brasil, mostrando así que la deforestación en la Amazonía pierde importancia en la agenda política del Gobierno Federal. Como puede apreciarse en el Gráfico 3, la deforestación vuelve a aumentar a partir de 2014.
Esta reversión parcial también puede observarse en la actitud de los ejecutores de los procesos de deforestación, como muestra el Gráfico 4, que permite observar la evolución de la deforestación a partir del tamaño de los polígonos deforestados. Entre 2004 y 2010, periodo en que la vigilancia en el terreno fue más intensa, la deforestación de parcelas de más de 100 ha disminuyó significativamente, especialmente las de más de 500 hectáreas (del 18% del área deforestada en 2004 al 2% en 2010). La vigilancia por parte de las autoridades hizo cambiar el patrón de deforestación hacia parcelas más pequeñas y dispersas más difíciles de detectar. En 2015, sin embargo, existe una cierta reversión en el tamaño de las parcelas deforestadas, con un aumento en la contribución de los tres tipos de mayor tamaño a partir de 2010, especialmente entre 100 y 500 hectáreas (un aumento desde el 10% al 20% del área deforestada).
Gráfico 4. Evolución de la deforestación entre 2004 y 2015 según tamaño de las áreas deforestadas en porcentaje relativo al total anual del área deforestada
Fuente: MMA, 2018
En este recorrido, y a pesar de los intentos de cambio alternativos a la estructura productiva anteriormente mencionados, hay que subrayar que la base económica de la zona no se ha modificado sustancialmente y sigue dependiendo de productos agropecuarios tradicionales. Por ejemplo, la valorización de los bosques a través de su uso sostenible y/o de la venta de servicios ambientales ha tenido lugar a una escala muy reducida. Hay apuestas a largo plazo, como la aplicación del conocimiento derivado de la biotecnología moderna a la megabiodiversidad de la Amazonía, pero no permiten atisbar cambios significativos del modelo productivo predominante en el futuro próximo. Estos proyectos hasta el momento no tienen capacidad como para plantear alternativas realistas a la creación de empleo en comparación con las actividades tradicionales asociadas a procesos de deforestación, lo que apunta a la necesidad de intensificar esfuerzos dirigidos a la apuesta por estudios de viabilidad y nuevos planteamientos ambiciosos con capacidad para constituir nuevos ejes competitivos de actividad y trabajo con repercusión en la mejora del bienestar de los habitantes de la región.
Aun así, atendiendo a algunos indicadores cabe comprobar una cierta asunción de una incipiente cultura de conservación medioambiental que, si bien no resulta tan evidente en lo que respecta a las explotaciones pecuarias, sí se traduce, por ejemplo, en la vigencia de la renuncia a las plantaciones de soja en nuevas áreas deforestadas. Todo ello se produce, además, en un contexto en el que desde 2019 el actual presidente de Brasil (Jair Bolsonaro) dio un giro radical en los planteamientos de protección ambiental, reivindicando el papel de Brasil como potencia agrícola exportadora, fusionó los ministerios de Agricultura y Medio Ambiente y recortó los recursos destinados a la vigilancia medioambiental, utilizando inicialmente un discurso que envalentonó a madereros y productores agrícolas en la conquista de nuevas tierras a deforestar.
Un nuevo escenario
En el momento actual la posición política de Brasil respecto a la Amazonía podría estar cambiando. El tablero geopolítico es complicado y está sujeto a la influencia de distintos elementos. Por un lado, Colombia, tras su proceso de paz, empieza a reivindicar protagonismo internacional en la definición del futuro de la Amazonía, un papel tradicionalmente ocupado por Brasil. Fruto de ello es el Pacto de Leticia por la Amazonía (2019), impulsado principalmente por Colombia y Perú y firmado por siete países del área, con el objetivo de proteger el territorio. Por otro lado, después de veinte años de negociación por un acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y Mercosur (Mercado Común del Sur, mecanismo de integración económica del que forman parte Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay), la falta de protección de la Amazonía aparece como el principal obstáculo para su ratificación. En tercer lugar, frente al periodo precedente, el cambio en la presidencia de EEUU, y la salida del escenario político del expresidente Trump, está aislando políticamente al presidente de Brasil en la esfera internacional y deslegitimando sus actuaciones. Muy probablemente por este motivo, el pasado 23 de junio de 2021, el presidente de Brasil sustituyó al ministro de medio ambiente por otra persona con experiencia de trabajo en la protección de la Amazonía. Aun así, frente a estas presiones que impulsan una posición más proactiva por parte de Brasil respecto a la protección a la Amazonía, la necesidad de reactivar la economía y aumentar las exportaciones agrarias y mineras promueven el camino opuesto.
En la historia de la Amazonía brasileña de los últimos cincuenta años confluyen dinámicas de distinto orden, a menudo contrapuestas, que conviene tener en cuenta. En el plano tecnológico, la investigación agraria permitió, por un lado, desarrollar semillas de soja adaptadas a los frágiles suelos de la Amazonía lo que supuso un impulso a su deforestación. Por otro lado, Brasil fue país pionero al mismo tiempo, en la utilización de tecnología satelital para detectar y combatir la deforestación. En la esfera de la globalización también operan presiones de signo contrario. Por una parte, la liberalización del comercio y la demanda de productos agrarios por parte de Asia promovieron la eliminación de los bosques para impulsar la producción de soja y carne pero al mismo tiempo y en sentido opuesto, la comunidad internacional presiona por la defensa de la biodiversidad y la estabilidad climática demandando la protección de esos bosques.
Teniendo en cuenta la secuencia de los acontecimientos mencionada y la importancia planetaria de la Amazonía, parece más necesario que nunca aunar voluntades políticas para activar mecanismos urgentes que desde planteamientos globalizadores faciliten un cambio de rumbo en la zona, intensifiquen la protección medioambiental y permitan avanzar de forma sostenible a sus habitantes.
[1] La Amazonía Legal incluye una parte de biomas no amazónicos, como Cerrado y Pantanal.
[2] Según algunos modelos climáticos, si la Amazonia fuera total o parcialmente deforestada, los problemas climáticos generados afectarían a países lejanos como Estados Unidos, con reducción de lluvias principalmente en el oeste, e incluso a China (Marengo y Souza, 2018).
[3] En Brasil la deforestación afecta también a otros biomas además de la Amazonía (Cerrado, Pantanal, Kaatinga, Pampa y Mata Atlántica). No obstante, en 2019 el 87% de las emisiones de GEI por deforestación tuvieron su origen en la Amazonía y antes de los planes para reducir la deforestación este porcentaje era incluso mayor (Observatorio do Clima, 2020).
[4] La producción de soja en Brasil fue de 115 millones de toneladas en 2019, más de un 30% de la producción mundial. El principal estado productor de Brasil, Mato Grosso, forma parte de la Amazonía Legal (Governo de Mato Grosso, 2019).
[5] En 2015, en medio de una recesión económica, el Ministerio de Medio Ambiente de Brasil recurre de manera extraordinaria a fondos de la cooperación internacional aportados para otros fines por países donantes para financiar las actividades de vigilancia en terreno (CEPAL, 2019).
Referencias
Becker, B. (2009) Amazônia: geopolítica na virada do III milenio, Rio de Janeiro.
CEPAL (Comisión Ecónomica para América Latina y el Caribe) (2019) Mid-Term Effectiveness Evaluation of the Amazon Fund (2008-2018), Cepal.
Fearnside, P. (2019) Amazônia e o Aquecimento Global: 9 – Ciclagem de Água. Consultado 26 de junio de 2021. https://amazoniareal.com.br/amazonia-e-o-aquecimento-global-9-ciclagem-de-agua/
FMI (Fondo Monetario Internacional) (2021) Primary Commodity Price System. Consultado 7 junio 2021 https://data.imf.org
Foley, J.A., Asner, G.P., Costa, M.H., Coe, M.T., DeFries, R. , Gibbs, H.K., Howard, E.A., Olson, S., Patz, J., Ramankutty, N. & Snyder, P. (2007) Amazonia revealed: forest degradation and loss of ecosystem goods and services in the Amazon Basin, Frontiers in Ecology and Environment, 5 (1), pp. 25-32.
Governo de Mato Grosso (2019). Consultado 26 junio 2021 http://www.mt.gov.br/-/12387007-mato-grosso-segue-como-maior-produtor-de-graos-do-pais
IBGE (Instituto Brasileiro de Geografia e Estatistica) (2021) Consultado 6 junio 2021 https://www.ibge.gov.br/estatisticas/economicas/agricultura-e-pecuaria
IPAM (Instituto de Pesquisa Ambiental da Amazônia) (2004) Desmatamento na Amazônia: Indo Além da Emergência Crônica. Consultado 26 junio 2021 https://www.researchgate.net/publication/253238220_Desmatamento_na_Amazonia_Indo_Alem_da_Emergencia_Cronica.
Marengo, J.A., & Souza C. Jr. (2018) Mudanças Climáticas: impactos e cenários para a Amazônia, São Paulo.
Margulis, S. (2004) Causes of Deforestation of the Brazilian Amazon, The International Bank for Reconstruction and Development / The World Bank, paper 22, Washington D.C.
MMA (Ministerio de Medio Ambiente de Brasil) (2015) Fifth National Report to the Convention on Biological Diversity, Brasil, Secretaría de Biodiversidad y Bosques, Brasilia 2015.
MMA (Ministerio de Medio Ambiente de Brasil) (2018) Plano de Ação para Prevenção e Controle do Desmatamento e das Queimadas no Cerrado (PPCerrado) e Plano de Ação para Prevenção e Controle do Desmatamento na Amazônia Legal (PPCDAm): fase 2016-2020. Brasilia: Secretaria de Mudança do Clima e Florestas, Departamento de Florestas e Combate ao Desmatamento, Ministério do Meio Ambiente.
Observatorio do Clima (2020) Análise das emissões brasileiras de gases de efeito estufa e suas implicações para as metas de clima do Brasil 1970-2019, Sistema de Estimativas de Emissões e Remoções de Gases de Efeito Estufa (SEEG)
Piotrowsky M. (2019) Nearing the tipping point, Drivers of Deforestation in the Amazon Region, Washington, DC (EUA): Inter-American Dialogue.
PRODES (Projeto Monitoramento do Desmatamento da Floresta Amazônica Brasileira por Satélite) Taxas de Desmatamento, Amazonía Legal, 1990-2020, Consultado 26 junio 2021 http://terrabrasilis.dpi.inpe.br/app/dashboard/deforestation/biomes/legal_amazon/rates
Teixeira, L.F.A., Silveira S.F.B., Leroy J., Medeiros G., Börner J. (2021) Deforestation reduces rainfall and agricultural revenues in the Brazilian Amazon, Nature Communications 12:2591 | https://doi.org/10.1038/s41467-021-22840-7 www.nature.com/naturecommunications
UN (United Nations) (2020) Fourth National Communication of Brazil to the United Nations Framework Convention on Climate Change, UN.